En mayo de 2017 se anunció el despido del CEO de la
Ford Motor Co., Mark Fields, y su reemplazo por James Hackett. Las acciones de
Ford habían estado bajando sostenidamente desde que Fields tomó el cargo cuatro años antes, acumulando una pérdida del 40%, para quedar en un valor en bolsa de
US$43.000 millones, por debajo de GM con US$49.000 millones.
James Hackett hasta ahora era Presidente de la división de
Ford de vehículos autónomos. Al parecer el Directorio de Ford y su presidente,
Bill Ford Jr., no estaban contentos con el desempeño de la compañía y buscaron
que las inversiones en automóviles autónomos, vehículos eléctricos y servicios
de transporte darían finalmente frutos.
Uber gatilló un cambio en el modelo de negocios del
transporte que se sigue transformando. Al establecer que el automóvil tiene
sentido cuando se usa, pone en el centro del modelo de negocios una pregunta
clave: la gente, ¿quiere tener un
auto, o quiere transportarse en uno?
Al parecer, el mercado está apostando más a la segunda hipótesis. Para las
empresas manufactureras de automóviles ese enfoque tiene un lado muy
interesante. Actualmente, la venta de automóviles es casi una industria de
commodities (salvo los de alto valor). Las utilidades en empresas como GM vienen
más por el financiamiento de los autos que vende. Pero he aquí que aparece un
negocio más rentable: arrendar un auto, y pagar solo por uso. Hasta ahora, el
negocio de arriendo de autos se basaba en arrendar por día. El nuevo paradigma
es arrendar por minuto y por kilómetro. ¿Y quienes mejor preparados que los
propios fabricantes de automóviles para entrar en ese negocio?
¿Cómo sería pagar un poco más o la misma mensualidad actual
por un auto, para usar no uno sino tres o más alternativas diferentes, según
las necesidades de cada momento? Un “city car” para ir al centro, una SUV para
salir con la familia el fin de semana, un coupé para salir con la pareja, un
sedán para ir a buscar a alguien importante al aeropuerto... Las automotrices
quizá fabricarían menos autos, pero le sacarían mucho mayor rentabilidad de la
que sacan ahora. Al parecer a eso están apuntando, y por ello las impaciencias en
no avanzar.
Hace tiempo que la OCDE viene avisando que las verdaderas
revoluciones del futuro no son solo tecnológicas sino en modelos de negocios. Y
nadie, ante ese escenario, tiene el futuro garantizado.
Artículo aparecido en Estrategia el 17/5/2017
Alfredo
Barriga Cifuentes
Profesor UCH
y UDP
Consultor en
Transformación Digital
Autor de “Futuro Presente: cómo la nueva revolución digital
afectará mi vida”