Estuve recientemente en uno de los muchos “co-works” que
están surgiendo en Santiago, y me recordaron un proyecto que tratamos de
impulsar en el anterior Gobierno de Sebastián Piñera, referido al teletrabajo.
Entonces se llamaban Smart Center, pero era lo mismo: un lugar de trabajo
cercano al domicilio con conexión a Internet, y todos los servicios apropiados
para una oficina.
Recuerdo haber ido a hablar con el entonces alcalde de
Puente Alto, José Manuel Ossandón, mientras la Ley se estaba elaborando para
ser presentada al Congreso. Enfoqué la reunión en el perjuicio económico que
era para su comuna el hecho de que miles de habitantes de ahí tuvieran que ir a
trabajar a Santiago – aparte de la mala calidad de vida que significa el tiempo
invertido en ir y volver en horas peak. Efectivamente, si esas personas
tuvieran un espacio donde trabajar dentro de su comuna, por lo menos
almorzarían allí, lo cual generaría un buen ingreso a restaurantes y
supermercados de la zona.
El proyecto de ley se elaboró, y nos encontramos con un
escollo verdaderamente tonto: un trabajador dependiente que trabaje en un lugar
fuera del domicilio de la empresa necesita de un supervisor en el mismo lugar.
Los Smart Centers tenían que acoplarse a la figura de “sucursal” de la empresa,
lo cual encarecía innecesariamente la solución. Hablando con la entonces
Ministra Matthei, ese problema se superó.
La ley se presentó en primer trámite, y allí quedó durmiendo
el sueño de los justos.
Los co-work, que son la nueva modalidad de Smart Center, han
encontrado un uso que no estaba previsto en esa ley porque no aplica: el
mercado de los freelancers (trabajadores autónomos) y microempresas, como Start
Ups o pequeñas consultoras. Hay más de 1,5 millones de personas en Chile
trabajando por cuenta propia, aunque no todos son sujetos de hacerlo desde un
co-work, puesto que trabajan en la calle. Pero el número es suficiente como
para que se haya generado rápidamente una emergente industria que, sin lugar a
duda, solo va a crecer más.
Sería interesante que, bajo el auge de estos co-work, se
volviera a tomar la Ley de teletrabajo, para que cientos de miles, quizá
millones de personas en todo Chile pudieran trabajar desde la comuna donde
viven. Sin necesidad de inversiones del Estado ni de empresas como Metro, se
ahorrarían cientos de miles de millones de pesos a los trabajadores, a la vez
que se descongestionaría el Transantiago en las horas peak. La calidad de vida
de esos trabajadores mejoraría ostensiblemente, y la economía de las comunas
donde viven tendría un empujón.
Invito a esta iniciativa al ministro del Trabajo y a la
ministra de Transportes. En vez de seguir tratando de resolver el problema del
Transantiago aumentando la oferta de buses para horas peak, quizá sea mejor
reducir la demanda de transportes. También a los contratistas de Transantiago
les vendría mejor porque tendrían un uso más eficiente de su flota.
Alfredo
Barriga Cifuentes
Consultor en
Transformación Digital
Profesor UDP
Autor de
“Futuro Presente: cómo la nueva revolución digital afectará mi vida”
(Publicado
en "Estrategia")
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