Google Analytics

viernes, 29 de abril de 2016

Productividad, Digitización y Trabajo

En entrevista a Sebastián Edwards aparecida en La Tercera el 10/4, advertía que en 84 meses más la mitad de los chilenos perderían su trabajo, y que ese es un tema que ningún político quiere tomar por los cuernos. Coincido con su visión, y desde estas páginas y otras publicaciones he abogado también por tomarle el peso a esa amenaza y hacer algo al respecto. Porque efectivamente es una amenaza cierta a la estabilidad y la paz social.

Este es el año de la productividad. Se ha incorporado el término en el relato oficial. Se han anunciado medidas para mejorar la productividad, que es una forma de aumentar la competitividad. Pero, lamentablemente una vez más, seguimos metidos en el siglo 20 y dando las espaldas al siglo 21.

La productividad del siglo 21 no tiene tanto que ver con inversión en capital industrial y financiero como con retorno sobre el talento. Los procesos industriales automatizados ya llevan su productividad inherente en la misma automatización. Los procesos administrativos digitalizados también, aunque son mejorables con mejoras a los mismos sistemas digitales. Pero ambos son casi commodities.

Es la productividad intelectual la que importa ahora, porque es esa la productividad que apalanca a todas las demás.  Requiere un cambio de mentalidad, tanto de parte de los trabajadores como de los empresarios y gerentes. Supone enfocarse en el talento existente en las unidades económicas, de forma que las personas puedan llevar a cabo su actividad en lo que más talento y mayor afinidad tienen, que es donde son precisamente más productivos. 

La mejor forma de evitar la pérdida de puestos de trabajo que traerá la nueva revolución digital está en estimular la productividad intelectual de quienes trabajan, para que usen estas nuevas tecnologías como una extensión de sí mismos, lo que les hace ser muchísimo más productivos de lo que son. De lo contrario, efectivamente perderán su trabajo, que pasará a ser realizado por sistemas digitales con inteligencia artificial.

Alfredo Barriga 
Consultor en Estrategia Digital e Innovación, 
Profesor Facultad Ingeniería Vespertina UDP,
Ex Secretario Ejecutivo de Desarrollo Digital 

Nota: este artículo fue publicado en el periódico Estrategia 

martes, 26 de abril de 2016

¿Transformación digital o digitización?

En mi anterior artículo explicaba la diferencia entre digitalización (hacer lo mismo, pero usando TIC) y digitización (hacer algo distinto usando TIC). También, en mi anterior artículo explicaba por qué el CIO debería tener una posición más estratégica en la organización.

El tercer día del CIO Update 2016 se abre con una charla sobre la transformación digital. Creo interesante lanzar algunas ideas sobre la parrilla, para que podamos discutir más en profundidad durante el encuentro.

Lo primero, ¿cómo conseguir que la gerencia general “compre” la necesidad de la digitización? Con evangelización. Recomiendo usar los artículos de América Economía (AETecno), y sobre todo los de Mc Kinsey Global Institute (http://www.mckinsey.com/business-functions/business-technology/our-insights). Mc Kinsey es “la empresa” top one en estrategia corporativa. Quizá no nos hagan caso a nosotros, pero no pueden no hacerle caso a Mc Kinsey. Ellos son los que sacaron dos reportes que han pegado fuerte en el resto del mundo: uno sobre el impacto de Internet (Internet Matters: the Net’s sweeping  impact on growth and prosperity) y otro sobre el impacto de doce tecnologías para el año 2025 (12 disruptive technlogies that will transform life, business, and the global economy). Este es un “must”: por lo menos pueden darle a leer el resumen ejecutivo. Pero mejor aún si los mismos CIO estudian el documento y se preguntan cómo afectará a su empresa, y luego lo entrega a la Gerencia General o al Directorio. En ese caso, hay que pasar a una segunda instancia.

Lo segundo, ¿cómo digitizo la empresa? La digitización apunta a un cambio disruptivo en el Modelo de negocios, que puede afectar la misma existencia de la empresa a menos que se adelante a las fuerzas que pueden cambiar para siempre el sector de la actividad económica al que se dedica. Analizar casos que ya se han dado de disrupciones digitales ayuda a ver si puede afectar al propio sector.

Hay varios fenómenos que se están generando de forma exponencial y que pueden afectar muchos negocios. Uno de ellos es la denominada “sharing economy” o consumo compartido, como es el caso de Uber o AirBnB. Esto puede extenderse a muchos otros sectores, sobre todo con impresoras 3D que cuestan por debajo de los mil dólares, o en el retail, con el efecto combinado de alibaba.com y deremate.com. Otro fenómeno es la "desmaterialización" del producto. Dentro de un Smartphone hay más productos de los que había en un anuncio en prensa a página completa de Radio Shack el año 1991. Todos esos productos eran tangibles, y hoy son inmateriales… y en la mayoría de los casos, gratis. Un último fenómeno es el de la “tangibilización de la destangibilización”: transformar en negocio el know how, no el producto. Es lo que ha hecho amazon.com: en vez de desintermediar a las PYME del retail, como hacen las grandes cadenas, las incorpora a su plataforma, porque es en eso donde es más fuerte. Y luego, en una segunda derivada, comienza a vender su know how en el manejo de plataformas digitales en sí mismas, a través de AWS.

Si los CIO hacen la pega de analizar cómo Digitizar su empresa, y presentan un informe de negocios a sus gerencias, creo que serán escuchados, y habrán dado un paso formidable hacia tener un mayor rol estratégico en la organización.

Alfredo Barriga 
Consultor en Estrategia Digital e Innovación, 
Profesor Facultad Ingeniería Vespertina UDP,
Ex Secretario Ejecutivo de Desarrollo Digital 

Nota: este artículo fue publicado en el periódico Estrategia 

viernes, 4 de marzo de 2016

Ampliando el rol del CIO

Según avanzamos en el siglo 21 y nos adentramos en una economía digital, el rol del CIO va adquiriendo mayor peso estratégico, debido precisamente a la importancia de las tecnologías digitales en la creación de valor.

Ya no basta con el tradicional rol de hacerse cargo de implementar y mantener operativos los sistemas digitales. Esa es una labor operacional, no estratégica – por estratégica que sea la plataforma digital para la continuidad operativa de la organización. Cuando digo “estratégica” me refiero a estrategia corporativa. Al “big picture”. A sopesar qué tecnologías digitales emergentes pueden tener un impacto positivo en la creación de valor. A buscar no solo valor en la automatización de procesos, sino en la reingeniería de los mismo. A buscar no solo reducción de costos, sino aumento de ingresos. A mejorar la productividad del trabajo en sí misma. A identificar tecnologías digitales que permitan acentuar fortalezas, aprovechar oportunidades, superar debilidades y sortear amenazas. En un balanced scorecard, los temas TIC no debieran ser una línea más dentro de las filas, sino una columna.

En Estados Unidos se ha creado la figura del Chief Technical Officer of Chief Technological Officer (CTO) que asume ese rol estratégico. Típicamente le reporta al CIO, pero debería reportar a la Gerencia General. En países menos desarrollados como el nuestro, debe ser un rol que toma el CIO para sí. Mientras los CEO no vean el valor estratégico de las TIC, es difícil que piensen en un puesto distinto para ese rol. Para los CEO, se trata de un tema “de los técnicos”. Y aquí está el principal desafío de los CIO: poner este tema estratégico al mismo nivel que otros temas estratégicos. Cuando se diseña la estrategia de la empresa para los siguientes cinco años, el aporte de las tecnologías debe ser incorporado como de primera importancia.

En los años venideros se va a dar un profundo cambio de paradigma dentro de las organizaciones: se van a “digitizar”. No es lo mismo que “digitalizar”. Digitalizar es, por ejemplo, armar un sitio Web de e-commerce, y ponerlo como otro canal de ventas. Digitalizamos la forma de vender. Es lo mismo, pero por Internet. Digitizar se refiere a cambiar el paradigma de las ventas usando tecnologías digitales. En el caso del ejemplo, sería algo así como “Amazonizar” la forma en que se vende.

Son las empresas que se están digitizando las que están de verdad aprovechando las tecnologías digitales para transformarse. Es rol del CIO conseguir que la gerencia general vea esta aproximación al futuro. Su rol estratégico no se lo van a regalar. Lo debe conquistar.


Alfredo Barriga

viernes, 19 de febrero de 2016

La digitización de la Economía y el Factor Trabajo

El mayor efecto de la revolución digital sobre el factor trabajo es que Internet hizo a éste un bien transable.
La quiebra de varias empresas de redes de fibra óptica a comienzos de los años 2000 dio pie a una fuerte expansión en Business Process Outsourcing (BPO) o subcontratación de procesos de negocio. Cientos de miles de puestos de trabajo relacionados con administración de procesos administrativos, de innovación y de conocimiento se trasladaron desde sus lugares de origen hacia países como India, Irlanda del Norte o China. Algo ha llegado a Chile, pero mucho menos de lo que se podría capturar.
Las personas que trabajan en esta modalidad crecientemente lo hacen por contenidos: se contrata una tarea y se paga por un entregable. Ello es un cambio disruptivo en las relaciones contractuales entre empleador y empleado. Cada vez habrá menos empleados y más “freelancers” haciendo trabajos desde cualquier lugar del mundo. 15 años atrás hice un trabajo para una empresa norteamericana donde nunca conocí a quien me contrató. Todo fue vía Internet. Conozco una neozelandesa que trabajó para British Petroleum desde Pucón, por varios años. Ante ello, la legislación laboral actual queda sobrepasada.
La digitización de la economía – de la que escribí en un artículo anterior - va a tener un impacto enorme sobre el trabajo en los próximos 10 años. Se destruirán cientos de millones de puestos de trabajo, cuyas tareas se realizarán por sistemas digitales, y se crearán cientos de millones más, pero para gestionar la nueva realidad. En Chile tenemos más puestos de trabajo de los que se destruirán que de los que se crearán, y no hay formación profesional para éstos últimos. Esto no está contemplado ni en la discusión de la reforma laboral ni en la discusión de la reforma educacional. Si no se incluyen, el resultado va a ser devastador.
Hago por ello un llamado de atención urgente a la clase política, al empresariado y a la academia.
Alfredo Barriga 
Consultor en Estrategia Digital e Innovación, 
Profesor Facultad Ingeniería Vespertina UDP,
Ex Secretario Ejecutivo de Desarrollo Digital 

(este artículo fue publicado en el diario de negocios Estrategia del 19/2/2016, en la página 2) 

lunes, 7 de diciembre de 2015

Por qué las Tecnologías Disruptivas mejoran los sueldos y la equidad

El capitalismo ha sido el sistema económico más exitoso hasta ahora en la historia de la humanidad, creando riqueza como nunca antes se había creado, gracias a la generación de incentivos para la innovación y el emprendimiento. Donde sin embargo no ha funcionado es en la distribución de la riqueza generada.

La razón de fondo es que la productividad se genera en la actualidad desde el capital invertido en recursos naturales, en capital industrial y en tecnología. La productividad sin embargo tiene su origen en el capital intelectual. Es lo que hace posible la creación de valor, fruto de la combinación de inteligencia, recursos naturales y recursos de capital previamente existentes. Es la fuente real de innovación y emprendimiento.

Tradicionalmente en el sistema económico capitalista se remunera bien al capital financiero, al capital industrial y a un grupo reducido de personas que aportan capacidad de gestión a las organizaciones que generan valor. Últimamente han surgido, sin embargo, empresas donde el aporte a la creación de valor es fundamentalmente originado por el capital intelectual, mientras que el capital industrial es un commodity y el capital financiero es el resultado (y no el origen) del capital intelectual interactuando con el capital industrial. Empresas como Apple o Google son las mejores exponentes de este nuevo paradigma.

Ambas empresas tienen en común una altísima valoración del talento, que no está concentrado en un grupo reducido de personas, sino que es condición para todos los puestos de trabajo de la organización, independiente del nivel jerárquico que tengan. El paradigma es que todos los equipos de trabajo deben ser “Equipo A”, es decir, lo mejor en talento.

La novedad de este enfoque frente al tradicional es que la productividad que de verdad crea valor es la productividad intelectual generadas por los trabajadores, y que por lo tanto son mejor remunerados. Como resultado, se crean productos y servicios de muy alto valor agregado a precios mucho más bajos que los productos que se reemplaza, generando mayores excedentes del consumidor, junto con utilidades y valoraciones históricas en Bolsa. Es lo que ha sucedido con Apple. El iPhone reemplazó en un solo dispositivo a un celular, más un “personal stereo”, más una cámara de fotos, más un GPS, más un computador, etc. La parte industrial del iPhone – su fabricación – se “comoditizó”. La producción de personal stereos, GPS, cámara de fotos, etc. se “digitizó”, es decir, más que ser lo mismo en formato digital, se transforman en algo distinto en formato digital, que resuelve mejor las necesidades del mercado.

El factor “trabajo” – que se usa fundamentalmente para operar el factor capital, que es el más importante en la actual sociedad capitalista – es reemplazado por el factor “talento” que reemplaza al factor capital como el más importante de la sociedad. Por ello a esta nueva realidad se le denomina “Sociedad del Conocimiento”

Todas las tecnologías disruptivas son intensas en el factor “talento”, como contraposición a los sectores tradicionales de la economía que son intensas en el factor “trabajo”. Cuando el factor importante es “trabajo”, da igual el sujeto desde donde se genera el factor. La remuneración por lo tanto es más baja por dos razones: hay mayor oferta de trabajo, y el valor aportado al producto final es menos relevante. Lo que está demostrando la evidencia empírica es que cuando el factor “trabajo” se reemplaza con el factor “talento”, el valor de lo producido genera un excedente para el consumidor mucho más alto, los productos se valoran mucho más, y las remuneraciones son mayores.
El corolario de esto es obvio: las economías que sigan basándose en las industrias tradicionales, intensivas en trabajo y/o capital financiero, tendrán menor valor y menores remuneraciones que las relacionadas con tecnologías disruptivas. Un segundo corolario: las economías que no desarrollen los talentos mediante una educación personalizada y de calidad no podrán aprovechar los beneficios de economías basadas en tecnologías disruptivas. Sus habitantes están condenados a tener peores remuneraciones, y sus sistemas educacionales a ser tercermundistas.

La revolución digital no es un slogan de una campaña publicitaria. Tampoco es algo que solo afectará un sector minoritario de la sociedad. Afectará a toda la infraestructura productiva de las economías, dejando en el sub desarrollo a todas quienes no la tomen en serio. Las economías de América Latina están especialmente vulnerables ante los efectos de la revolución digital. Si no cambian antes de diez o quince años su matriz productiva y su sistema educacional, vienen años muy difíciles.


Alfredo Barriga

martes, 24 de noviembre de 2015

El (más importante) debate pendiente en Educación

¿De qué sirven todas las reformas a la educación que se están discutiendo, si los alumnos que serán afectadas por las mismas no podrán hacer frente al mundo en el cual tendrán que trabajar y vivir?

Los niños que hoy entran en pre-kinder, cuando salga a buscar trabajo, será en cargos que hoy no existen, usando tecnologías que no se han inventado, para resolver problemas que no conocemos[1]. ¿Cómo los estamos preparando para ese mundo? Ni la metodología, ni la materia de enseñanza, ni las habilidades blandas y duras que hoy se enseñan en el aula son las más adecuadas para el siglo 21. Fueron concebidas para la revolución industrial de los siglos 19 y 20. Finlandia – a la que tanto queremos parecernos – ha decidido cambiar la enseñanza “por materia” hacia enseñanza “por tópicos”[2]. La educación en formato único está siendo reemplazada por múltiples formatos. Nada de esto está en la agenda. ¡Y el siglo 21 es ahora!

Ya no se trata solo de habilidades en el uso de herramientas digitales (nacen con ellas puestas, aunque sus profesores, no) sino de temas mucho más de fondo, que sin embargo presuponen un dominio de dichas herramientas. Algunos ejemplos: pensamiento y evaluación crítica, mentalidad orientada al diseño, pensamiento computacional, discriminación de información, administración cognitiva[3]

Durante el siglo 21 veremos crecientemente la destrucción de fuentes de trabajo como hoy las conocemos, y para las cuales seguimos sin embargo preparando a nuestros estudiantes.  Ignorar esta arista de la ecuación en educación es un error que puede crear una crisis de proporciones en la Sociedad chilena. Afortunadamente aún tenemos algo de tiempo para convertir un gran peligro en una gran fortaleza de nuestro país.

Alfredo Barriga





[1] Sir Ken Robinson https://www.ted.com/talks/sir_ken_robinson_bring_on_the_revolution
[3] Future Work Skills 2020, The Institute for the Future, en http://www.iftf.org/futureworkskills/

lunes, 23 de noviembre de 2015

Revolución Digital y Futuro de Chile

El Ex Presidente Sebastián Piñera escribió una columna en el periódico "El Mercurio" respecto a la nueva revolución tecnológica. Abundando en lo mismo, esta afectará a Chile en aspectos muy sensibles. Que el efecto sea negativo o positivo para el país dependerá de que exista una Agenda Digital de Estado dentro de la agenda política y económica, y de cómo reaccione el empresariado, la academia y el Estado.

Según el Mc Kinsey Global Institute - como comenté en otro blog hace más de un año - para el año 2025 una docena de tecnologías emergentes tendrán un impacto económico en el mundo de hasta 2,5 veces el PGB de Estados Unidos. Dicho efecto es corroborado en varios otros informes y papers de organismos tan prestigiosos como el Foro Económico Mundial, la OCDE, la CEE, o la ONU. No hay forma posible en que eso no afecte al aparato productivo del país, a la Sociedad y al Estado. Y diez años son nada en términos de planificación macroeconómica.

Chile enfrenta un enorme desafío ante la destrucción de puestos de trabajo amarrados a formas de producción que serán rápidamente reemplazadas por las nuevas tecnologías, las que a su vez crearán puestos de trabajo para los cuales no hay mano de obra cualificada en este momento. Las actuales discusiones sobre la reforma laboral y la reforma educacional harían bien en incluir este factor, que puede hacernos perder el gran avance que ha tenido Chile en los últimos 25 años.

Es momento de pasar de los discursos a la acción - y esta, disruptiva. Las prioridades son:

  1. Institucionalidad: crear Ministerio de Ciencia y Tecnología, absorbiendo lo que hoy es CORFO Innovación, Conycit y el Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad
  2. Infraestructura: todos en Chile con acceso a Internet y un dispositivo
  3. Marco jurídico: actualizar todo el cuerpo legal en lo que afecta a nuevos paradigmas
  4. Educación:
       Modificación de malla curricular y metodología de enseñanza
       Incentivos a carreras del conocimiento, con mayor financiamiento del Estado, para crear los profesionales que necesitaremos en los próximos 50 años y a la vez evitar un mayor “paro ilustrado” estructural
  1. Innovación: foco en Energías Renovables No Convencionales. Por una vez, que además de poner recursos naturales pongamos valor agregado industrial alrededor.
  2. Trabajo: SENCE especial orientado a habilidades siglo 21 
Si no hacemos cambios disruptivos pronto, retrocederemos lo avanzado en los últimos 25 años, perderemos competitividad y nos empobreceremos, generándose un clima social inestable, y sin recursos para hacerle frente. Este es un proyecto transversal, y el caso es que ya hay un amplio consenso dentro de quienes están en esta actividad, independientemente de sus ideas políticas. Pero no está entre las prioridades: ni del Gobierno, ni del poder legislativo, ni del empresariado, ni de la academia. No hay conciencia de lo crucial que es comenzar a tomar medidas ahora mismo. Esperemos que el llamado del Presidente Piñera tenga más eco del que tuvo después de su publicación.

Alfredo Barriga