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viernes, 4 de marzo de 2016

Ampliando el rol del CIO

Según avanzamos en el siglo 21 y nos adentramos en una economía digital, el rol del CIO va adquiriendo mayor peso estratégico, debido precisamente a la importancia de las tecnologías digitales en la creación de valor.

Ya no basta con el tradicional rol de hacerse cargo de implementar y mantener operativos los sistemas digitales. Esa es una labor operacional, no estratégica – por estratégica que sea la plataforma digital para la continuidad operativa de la organización. Cuando digo “estratégica” me refiero a estrategia corporativa. Al “big picture”. A sopesar qué tecnologías digitales emergentes pueden tener un impacto positivo en la creación de valor. A buscar no solo valor en la automatización de procesos, sino en la reingeniería de los mismo. A buscar no solo reducción de costos, sino aumento de ingresos. A mejorar la productividad del trabajo en sí misma. A identificar tecnologías digitales que permitan acentuar fortalezas, aprovechar oportunidades, superar debilidades y sortear amenazas. En un balanced scorecard, los temas TIC no debieran ser una línea más dentro de las filas, sino una columna.

En Estados Unidos se ha creado la figura del Chief Technical Officer of Chief Technological Officer (CTO) que asume ese rol estratégico. Típicamente le reporta al CIO, pero debería reportar a la Gerencia General. En países menos desarrollados como el nuestro, debe ser un rol que toma el CIO para sí. Mientras los CEO no vean el valor estratégico de las TIC, es difícil que piensen en un puesto distinto para ese rol. Para los CEO, se trata de un tema “de los técnicos”. Y aquí está el principal desafío de los CIO: poner este tema estratégico al mismo nivel que otros temas estratégicos. Cuando se diseña la estrategia de la empresa para los siguientes cinco años, el aporte de las tecnologías debe ser incorporado como de primera importancia.

En los años venideros se va a dar un profundo cambio de paradigma dentro de las organizaciones: se van a “digitizar”. No es lo mismo que “digitalizar”. Digitalizar es, por ejemplo, armar un sitio Web de e-commerce, y ponerlo como otro canal de ventas. Digitalizamos la forma de vender. Es lo mismo, pero por Internet. Digitizar se refiere a cambiar el paradigma de las ventas usando tecnologías digitales. En el caso del ejemplo, sería algo así como “Amazonizar” la forma en que se vende.

Son las empresas que se están digitizando las que están de verdad aprovechando las tecnologías digitales para transformarse. Es rol del CIO conseguir que la gerencia general vea esta aproximación al futuro. Su rol estratégico no se lo van a regalar. Lo debe conquistar.


Alfredo Barriga

viernes, 19 de febrero de 2016

La digitización de la Economía y el Factor Trabajo

El mayor efecto de la revolución digital sobre el factor trabajo es que Internet hizo a éste un bien transable.
La quiebra de varias empresas de redes de fibra óptica a comienzos de los años 2000 dio pie a una fuerte expansión en Business Process Outsourcing (BPO) o subcontratación de procesos de negocio. Cientos de miles de puestos de trabajo relacionados con administración de procesos administrativos, de innovación y de conocimiento se trasladaron desde sus lugares de origen hacia países como India, Irlanda del Norte o China. Algo ha llegado a Chile, pero mucho menos de lo que se podría capturar.
Las personas que trabajan en esta modalidad crecientemente lo hacen por contenidos: se contrata una tarea y se paga por un entregable. Ello es un cambio disruptivo en las relaciones contractuales entre empleador y empleado. Cada vez habrá menos empleados y más “freelancers” haciendo trabajos desde cualquier lugar del mundo. 15 años atrás hice un trabajo para una empresa norteamericana donde nunca conocí a quien me contrató. Todo fue vía Internet. Conozco una neozelandesa que trabajó para British Petroleum desde Pucón, por varios años. Ante ello, la legislación laboral actual queda sobrepasada.
La digitización de la economía – de la que escribí en un artículo anterior - va a tener un impacto enorme sobre el trabajo en los próximos 10 años. Se destruirán cientos de millones de puestos de trabajo, cuyas tareas se realizarán por sistemas digitales, y se crearán cientos de millones más, pero para gestionar la nueva realidad. En Chile tenemos más puestos de trabajo de los que se destruirán que de los que se crearán, y no hay formación profesional para éstos últimos. Esto no está contemplado ni en la discusión de la reforma laboral ni en la discusión de la reforma educacional. Si no se incluyen, el resultado va a ser devastador.
Hago por ello un llamado de atención urgente a la clase política, al empresariado y a la academia.
Alfredo Barriga 
Consultor en Estrategia Digital e Innovación, 
Profesor Facultad Ingeniería Vespertina UDP,
Ex Secretario Ejecutivo de Desarrollo Digital 

(este artículo fue publicado en el diario de negocios Estrategia del 19/2/2016, en la página 2) 

lunes, 7 de diciembre de 2015

Por qué las Tecnologías Disruptivas mejoran los sueldos y la equidad

El capitalismo ha sido el sistema económico más exitoso hasta ahora en la historia de la humanidad, creando riqueza como nunca antes se había creado, gracias a la generación de incentivos para la innovación y el emprendimiento. Donde sin embargo no ha funcionado es en la distribución de la riqueza generada.

La razón de fondo es que la productividad se genera en la actualidad desde el capital invertido en recursos naturales, en capital industrial y en tecnología. La productividad sin embargo tiene su origen en el capital intelectual. Es lo que hace posible la creación de valor, fruto de la combinación de inteligencia, recursos naturales y recursos de capital previamente existentes. Es la fuente real de innovación y emprendimiento.

Tradicionalmente en el sistema económico capitalista se remunera bien al capital financiero, al capital industrial y a un grupo reducido de personas que aportan capacidad de gestión a las organizaciones que generan valor. Últimamente han surgido, sin embargo, empresas donde el aporte a la creación de valor es fundamentalmente originado por el capital intelectual, mientras que el capital industrial es un commodity y el capital financiero es el resultado (y no el origen) del capital intelectual interactuando con el capital industrial. Empresas como Apple o Google son las mejores exponentes de este nuevo paradigma.

Ambas empresas tienen en común una altísima valoración del talento, que no está concentrado en un grupo reducido de personas, sino que es condición para todos los puestos de trabajo de la organización, independiente del nivel jerárquico que tengan. El paradigma es que todos los equipos de trabajo deben ser “Equipo A”, es decir, lo mejor en talento.

La novedad de este enfoque frente al tradicional es que la productividad que de verdad crea valor es la productividad intelectual generadas por los trabajadores, y que por lo tanto son mejor remunerados. Como resultado, se crean productos y servicios de muy alto valor agregado a precios mucho más bajos que los productos que se reemplaza, generando mayores excedentes del consumidor, junto con utilidades y valoraciones históricas en Bolsa. Es lo que ha sucedido con Apple. El iPhone reemplazó en un solo dispositivo a un celular, más un “personal stereo”, más una cámara de fotos, más un GPS, más un computador, etc. La parte industrial del iPhone – su fabricación – se “comoditizó”. La producción de personal stereos, GPS, cámara de fotos, etc. se “digitizó”, es decir, más que ser lo mismo en formato digital, se transforman en algo distinto en formato digital, que resuelve mejor las necesidades del mercado.

El factor “trabajo” – que se usa fundamentalmente para operar el factor capital, que es el más importante en la actual sociedad capitalista – es reemplazado por el factor “talento” que reemplaza al factor capital como el más importante de la sociedad. Por ello a esta nueva realidad se le denomina “Sociedad del Conocimiento”

Todas las tecnologías disruptivas son intensas en el factor “talento”, como contraposición a los sectores tradicionales de la economía que son intensas en el factor “trabajo”. Cuando el factor importante es “trabajo”, da igual el sujeto desde donde se genera el factor. La remuneración por lo tanto es más baja por dos razones: hay mayor oferta de trabajo, y el valor aportado al producto final es menos relevante. Lo que está demostrando la evidencia empírica es que cuando el factor “trabajo” se reemplaza con el factor “talento”, el valor de lo producido genera un excedente para el consumidor mucho más alto, los productos se valoran mucho más, y las remuneraciones son mayores.
El corolario de esto es obvio: las economías que sigan basándose en las industrias tradicionales, intensivas en trabajo y/o capital financiero, tendrán menor valor y menores remuneraciones que las relacionadas con tecnologías disruptivas. Un segundo corolario: las economías que no desarrollen los talentos mediante una educación personalizada y de calidad no podrán aprovechar los beneficios de economías basadas en tecnologías disruptivas. Sus habitantes están condenados a tener peores remuneraciones, y sus sistemas educacionales a ser tercermundistas.

La revolución digital no es un slogan de una campaña publicitaria. Tampoco es algo que solo afectará un sector minoritario de la sociedad. Afectará a toda la infraestructura productiva de las economías, dejando en el sub desarrollo a todas quienes no la tomen en serio. Las economías de América Latina están especialmente vulnerables ante los efectos de la revolución digital. Si no cambian antes de diez o quince años su matriz productiva y su sistema educacional, vienen años muy difíciles.


Alfredo Barriga

martes, 24 de noviembre de 2015

El (más importante) debate pendiente en Educación

¿De qué sirven todas las reformas a la educación que se están discutiendo, si los alumnos que serán afectadas por las mismas no podrán hacer frente al mundo en el cual tendrán que trabajar y vivir?

Los niños que hoy entran en pre-kinder, cuando salga a buscar trabajo, será en cargos que hoy no existen, usando tecnologías que no se han inventado, para resolver problemas que no conocemos[1]. ¿Cómo los estamos preparando para ese mundo? Ni la metodología, ni la materia de enseñanza, ni las habilidades blandas y duras que hoy se enseñan en el aula son las más adecuadas para el siglo 21. Fueron concebidas para la revolución industrial de los siglos 19 y 20. Finlandia – a la que tanto queremos parecernos – ha decidido cambiar la enseñanza “por materia” hacia enseñanza “por tópicos”[2]. La educación en formato único está siendo reemplazada por múltiples formatos. Nada de esto está en la agenda. ¡Y el siglo 21 es ahora!

Ya no se trata solo de habilidades en el uso de herramientas digitales (nacen con ellas puestas, aunque sus profesores, no) sino de temas mucho más de fondo, que sin embargo presuponen un dominio de dichas herramientas. Algunos ejemplos: pensamiento y evaluación crítica, mentalidad orientada al diseño, pensamiento computacional, discriminación de información, administración cognitiva[3]

Durante el siglo 21 veremos crecientemente la destrucción de fuentes de trabajo como hoy las conocemos, y para las cuales seguimos sin embargo preparando a nuestros estudiantes.  Ignorar esta arista de la ecuación en educación es un error que puede crear una crisis de proporciones en la Sociedad chilena. Afortunadamente aún tenemos algo de tiempo para convertir un gran peligro en una gran fortaleza de nuestro país.

Alfredo Barriga





[1] Sir Ken Robinson https://www.ted.com/talks/sir_ken_robinson_bring_on_the_revolution
[3] Future Work Skills 2020, The Institute for the Future, en http://www.iftf.org/futureworkskills/

lunes, 23 de noviembre de 2015

Revolución Digital y Futuro de Chile

El Ex Presidente Sebastián Piñera escribió una columna en el periódico "El Mercurio" respecto a la nueva revolución tecnológica. Abundando en lo mismo, esta afectará a Chile en aspectos muy sensibles. Que el efecto sea negativo o positivo para el país dependerá de que exista una Agenda Digital de Estado dentro de la agenda política y económica, y de cómo reaccione el empresariado, la academia y el Estado.

Según el Mc Kinsey Global Institute - como comenté en otro blog hace más de un año - para el año 2025 una docena de tecnologías emergentes tendrán un impacto económico en el mundo de hasta 2,5 veces el PGB de Estados Unidos. Dicho efecto es corroborado en varios otros informes y papers de organismos tan prestigiosos como el Foro Económico Mundial, la OCDE, la CEE, o la ONU. No hay forma posible en que eso no afecte al aparato productivo del país, a la Sociedad y al Estado. Y diez años son nada en términos de planificación macroeconómica.

Chile enfrenta un enorme desafío ante la destrucción de puestos de trabajo amarrados a formas de producción que serán rápidamente reemplazadas por las nuevas tecnologías, las que a su vez crearán puestos de trabajo para los cuales no hay mano de obra cualificada en este momento. Las actuales discusiones sobre la reforma laboral y la reforma educacional harían bien en incluir este factor, que puede hacernos perder el gran avance que ha tenido Chile en los últimos 25 años.

Es momento de pasar de los discursos a la acción - y esta, disruptiva. Las prioridades son:

  1. Institucionalidad: crear Ministerio de Ciencia y Tecnología, absorbiendo lo que hoy es CORFO Innovación, Conycit y el Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad
  2. Infraestructura: todos en Chile con acceso a Internet y un dispositivo
  3. Marco jurídico: actualizar todo el cuerpo legal en lo que afecta a nuevos paradigmas
  4. Educación:
       Modificación de malla curricular y metodología de enseñanza
       Incentivos a carreras del conocimiento, con mayor financiamiento del Estado, para crear los profesionales que necesitaremos en los próximos 50 años y a la vez evitar un mayor “paro ilustrado” estructural
  1. Innovación: foco en Energías Renovables No Convencionales. Por una vez, que además de poner recursos naturales pongamos valor agregado industrial alrededor.
  2. Trabajo: SENCE especial orientado a habilidades siglo 21 
Si no hacemos cambios disruptivos pronto, retrocederemos lo avanzado en los últimos 25 años, perderemos competitividad y nos empobreceremos, generándose un clima social inestable, y sin recursos para hacerle frente. Este es un proyecto transversal, y el caso es que ya hay un amplio consenso dentro de quienes están en esta actividad, independientemente de sus ideas políticas. Pero no está entre las prioridades: ni del Gobierno, ni del poder legislativo, ni del empresariado, ni de la academia. No hay conciencia de lo crucial que es comenzar a tomar medidas ahora mismo. Esperemos que el llamado del Presidente Piñera tenga más eco del que tuvo después de su publicación.

Alfredo Barriga

miércoles, 28 de octubre de 2015

Apple ya es la empresa que más ha ganado en un año en toda la historia

En los últimos doce meses Apple ganó 53.400 millones de dólares, 41 veces más que el año 2005. Las ventas en estos diez años aumentaron 17 veces, y la capitalización de mercado, 15 veces. A pesar del salto que ha dado la capitalización, gracias al mayor salto de utilidades el PER de Apple está aún en un conservador 12,5. O sea, el precio de mercado tiene aún margen para crecer más.

Es primer vez que una empresa de tecnología supera a todas las demás empresas del mundo en utilidades y precio de mercado. Pero no creo que sea la única. Las empresas del conocimiento hace ya tiempo que vienen creciendo sostenida y crecientemente. Era cuestión de tiempo. No sería de extrañar que en algunos años más, dentro de las top 10 por utilidades, sean empresas tecnológicas, farmacéuticas o de servicios financieros las que copen el listado, quizá con una del rubro petrolífero - salvo que los precios sigan bajando. 


Infographic: What a Difference 10 Years Make | Statista
Más estadísticas en Statista

Lo más notable de este dato es que se trata de una industria, las TIC, que opera al revés del resto de la economía, debido al cumplimiento constante de la llamada Ley de Moore. Ganan cada año más dinero a pesar que los productos no solo no suben de precio en términos constantes y de paridad del dinero, sino que bajan. Y considerando el performance por unidad de dinero gastada, bajan mucho. 

La nueva economía que están trayendo las tecnologías emergentes está generando un excedente para el consumidor jamás visto antes en la historia. En Internet, es del 100% en muchos servicios y productos gratis por los que antes se debía pagar, partiendo por el correo, siguiendo por la educación, por periódicos, libros, películas, y un sin número de servicios que antes costaba dinero del bolsillo de los consumidores. Cuando se combina Internet con la telefonía móvil, se llega a extremos inimaginables hace diez años atrás. Hoy en un smartphone hay un celular, una cámara digital, una cámara de video, un personal stereo, un GPS, un aparato de radio, una TV, un computador... todo por el precio mensual de un servicio de telefonía móvil o por un monto fijo que es un pequeño porcentaje de lo que hubiera costado hace diez años todos esos productos por separado. En el camino han quedado muchas industrias de productos tangibles que han visto como sus productos eran dejados obsoletos por la irrupción de productos digitales a costo cero. 

Lo que está aún por decantar es el modelo de negocios detrás de toda esta revolución. ¿Quien paga por todo esto? De momento, ha sido la industria de la publicidad o el dinero de los inversores de capital de riesgo. Ha sido Apple precisamente el pionero en definir cómo se va a financiar en el futuro: con precios  muy bajos. Apple ha vendido más de 10.000 millones de canciones y contenidos en su tienda, cobrando por ellos. Algunos son gratis, porque quienes los produjeron así lo quieren. 

Inmensidad en la variedad de la oferta, precios ridículamente bajos, y sin embargo, utilidades récord en la historia. Bienvenidos a la Sociedad del Conocimiento. Si su empresa se dedica a entregar un producto o servicio "físico" pregúntese seriamente si no es "destangibilizable" y ahorrese el disgusto de Kodak, que después de cien años de existencia, y de haber sido pionero y líder mundial en la industria de la fotografía, quebró por no leer bien los tiempos. 

Una última reflexión: en Internet, y en el mercado de las TIC, el mercado de verdad funciona. Barreras de entrada y salida bajas. Libre competencia. Mejoras continuas de productos y servicios. Precios contenidos o cada vez más bajos. No gana el que tiene más dinero, sino el que tiene más ingenio. Me encanta. 

Alfredo Barriga

lunes, 19 de octubre de 2015

La Internet de las Cosas y la Economía del Siglo 21

Según una publicación de Mc Kinsey Global Institute, la llamada Internet de las Cosas tendrá un impacto económico para el año 2025 equivalente a entre 2,7 y 6,2 billones de dólares, es decir, entre 10 y 23 veces el PGB de Chile. Según el mismo informe, es la tercera tecnología emergente de mayor impacto económico, detrás de la Internet móvil y la automatización de trabajo de conocimiento.

La Internet de las Cosas esencialmente es sobre sensores que están en todas partes, miden de todo, y están conectados a Internet. Gracias a ello, pueden enviar información a otros sistemas inteligentes. Dicha información se incorpora en procesos, se usa para análisis, o se usa para toma de decisiones – automáticas gracias a la inteligencia artificial, o con intervención humana. Se estima que en la próxima década el número de sensores instalados en todo el mundo podría ser de entre 50 mil millones y un billón. Es decir, por lo bajo, alrededor de 7 sensores por habitante en el mundo.

Son muchos los sectores de la Economía de Chile que están fuertemente expuestos a los cambios de paradigma de la Internet de las Cosas. El monitoreo remoto de enfermedades crónicas, por ejemplo, ayuda a reducir los costos de dichas enfermedades, mejorando a la vez la calidad de vida de esas personas. La capacidad para monitorear y controlar las redes de energía y sistemas de agua puede tener un gran impacto en la conservación de energía, las emisiones de gases de efecto invernadero y la pérdida de agua. Los sensores incorporados en los productos de todo tipo, y comunicados con Internet, permitirían la ubicación de especies robadas en cuestión de minutos. Sensores en todas las calles de la ciudad pueden tomar el pulso al tráfico y modificar las luces verdes, a la vez que guiar los buses de pasajeros, con el chófer cómodamente sentado en su casa con un joystick. El uso a gran escala de los identificadores de radio frecuencia permite tener inventarios continuos en tiempo real de cientos de miles o incluso millones de ítems distintos.

La Internet de las Cosas va a redefinir muchos puestos de trabajo, mejorando su productividad y su aporte a la creación de valor en la organización. Pero para que ello suceda se requiere comenzar a trabajar desde ya, para el manejo del cambio. De lo contrario, puede suceder que, teniendo una tecnología disruptiva habilitante, no haya mano de obra capaz de usarla, con lo cual la organización se queda en el pasado. Se debe ser consciente también que se van a destruir y crear nuevos puestos de trabajo, para lo cual se va a requerir un gran esfuerzo de capacitación y readecuación laboral. 

Un ejemplo de empresa chilena que está avanzando en IoT es CODELCO, que por ejemplo ha puesto sensores en los camiones de movimiento de mineral, aumentando la visibilidad y la exactitud de la conducción. Los conductores no están en el camión, sino en una oficina a cientos o miles de kilómetros de distancia. Con un joystick, por supuesto.

Es desde todo punto de vista recomendable generar una colaboración público-privada alrededor de este nuevo paradigma. La IoT es una tecnología de punta detrás de lo que se ha dado por denominar “realidad inteligente”, y que se traduce en “ciudades inteligentes”, “edificios inteligentes”, “producción inteligente”, “agricultura inteligente”, “salud inteligente”, etc. Todo ello configura una verdadera "Economía inteligente" (smart economy), que es una de las características de la Economía del siglo 21. En definitiva, son las cosas las que se encargan de recoger, procesar y entregar información para la toma de decisiones. Y también toman decisiones en algunos casos, pero eso ya es otra tecnología.


Alfredo Barriga