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sábado, 1 de julio de 2017

Qué es “Transformación Digital”

He notado que se está comenzando a utilizar el término “transformación digital” (en campañas de marketing) con un significado que está muy lejos del verdadero. Considero necesario mantener su verdadero significado para que no acabe siendo una frase marketera que no dice nada.

Partamos por decir lo que no es “transformación digital”. No es usar tecnologías digitales en todos los ámbitos de la organización, como si el solo hecho de que sean tecnologías digitales transforma mágicamente a la misma en algo digital. No es llenarse de gadgets tecnológicos que interactúan entre sí reemplazando los papeles. No es hacer lo mismo, pero a través de plataformas digitales. No es sacar una aplicación móvil para smartphones. No es aumentar la productividad o la competitividad mediante el uso de tecnologías digitales. Todas estas “aristas” – como se dice ahora – tienen que ver con la digitalización, es decir, la pura incorporación de tecnologías digitales. Pero no son “transformación digital”.

La transformación digital o “digitización” como le llama Mc Kinsey, tiene que ver con el cambio de modelos de negocio. Supone repensar enteramente la propuesta de valor al cliente, el ciclo de formación de valor de la organización, y los procesos de gestión, a la luz de las tecnologías digitales. Una empresa de retail que pone todas sus fichas en el comercio electrónico, pero sigue comprando para almacenar y vender, desde luego se ha digitalizado, pero no ha llevado a cabo una “transformación digital”, porque las bases del negocio siguen siendo las mismas. Haría una transformación digital si su estrategia fuese la de convertirse en algo como ali express, que ni compra, ni almacena, ni vende: genera un ecosistema de retail de forma mucho más eficiente que la incumbente, y gana dinero por hacerlo. Es la razón detrás de la valoración de mercado de alibaba, que ya va por los 250.000 millones de dólares, mientras el otrora gigante del retail por departamentos, Sears & Roebuck se valora en apenas 600 millones de dólares. 

El primer paso para la transformación digital consiste en un replanteamiento total de la organización. Considerando las necesidades que satisface, ¿cómo se haría desde cero usando tecnologías digitales? Ello supone dejar de lado la forma en que las cosas se han hecho desde siempre, o desde hace años. ¿Qué tan “uberizable” es su organización? No tome el término literalmente, pero ¿puede satisfacerse las mismas necesidades de una forma totalmente distinta, mucho más económica y mucho más satisfactoria que la actual?

El mercado no valora más a Tesla que a General Motors porque la primera sea más tecnológica, sino porque está mejor preparada para adoptar modelos de negocios radicalmente disruptivos respecto de los existentes actualmente en el mercado. Y porque tiene reparos en que General Motors, a pesar de ser lo que es, sea capaz de reinventarse de esa forma en tan poco tiempo.

Solo a partir de este análisis se puede desarrollar una verdadera estrategia de transformación digital.  Lo demás es puro marketing.

(Articulo publicado en Estrategia)
Alfredo Barriga Cifuentes 
Profesor UCH y UDP 
Consultor en Transformación Digital 

Autor de “Futuro Presente: cómo la nueva revolución digital afectará mi vida” 

sábado, 20 de mayo de 2017

Las candidaturas no le están creyendo a Mc Kinsey (si es que lo han leído)

Están comenzando a salir los programas y “ejes programáticos” de las candidaturas a la Presidencia de la República. En algunas de ellas se menciona el tema de las nuevas tecnologías. En un programa de radio, el coordinador de la candidatura del Senador Guillé reconocía la importancia que va a tener esta nueva revolución digital y hablaba de desarrollar sendos clusters alrededor de la energía solar y el litio. En la de Felipe Kast se habla de la modernización del Estado. En la de Sebastián Piñera se habla de los desafíos del futuro. En las demás, nada.  

El informe de Mc Kinsey dice que para el año 2025 un conjunto de doce tecnologías disruptivas (entre las cuales están la energía solar y el almacenamiento de energía en baterías de litio) tendrá un impacto económico de entre 0,8 y 2,4 veces el actual PIB de Estados Unidos. Eso afectará a cientos de millones de puestos de trabajo, transformará totalmente docenas de industrias, y requerirá nuevas competencias y habilidades, que requieren de profundas reformas en el sistema educativo y de formación continua. No he visto hasta ahora esta proyección en ningún documento ni en ningún discurso. Obviamente, si no es parte del discurso, tampoco es parte del programa. Y, sin embargo, es algo que viene. Es algo que ya comenzó.  

El mismo Mc Kinsey hizo un “doble clic” en el caso de Chile. Predice que se verán afectados el 50% de los actuales puestos de trabajo. En retail, el efecto es del 51%; en manufacturas, del 60%, y en administración y Estado, un 40%. Por otra parte, se necesitarán expertos en áreas como Big Data, inteligencia artificial, electrónica, ingeniería, matemáticas, ciencia y tecnología. Expertos que no estamos produciendo y que no salen de un día para otro. Cuando leo los documentos y escucho a los portavoces de las campañas, concluyo que, o no les creen a estas proyecciones, o ni siquiera saben que existen. Y no es Mc Kinsey el único en darlas. 
Documentos del World Economic Forum, o de la OCDE van en la misma dirección.  
No podemos tener cuatro años más sin que se genere una estrategia pública seria, comprometida, con recursos detrás, para responder ante los formidables desafíos y oportunidades por los cuales va a transitar nuestro país en los próximos 10 años.   

(Columna publicada en Diario Estrategia)
Alfredo Barriga Cifuentes 
Profesor UCH y UDP 
Consultor en Transformación Digital 
Autor de “Futuro Presente: cómo la nueva revolución digital afectará mi vida”