Gracias al desarrollo exponencial que están teniendo tecnologías
como la inteligencia artificial (AI), la Internet de las Cosas (IoT), la
Internet Móvil, los vehículos semiautónomos o la robótica, se está gestando una
nueva revolución industrial marcada por la creciente autonomía de los procesos
industriales del factor humano, y el reemplazo de recursos naturales por
recursos generados en procesos industriales. Ello tendrá un profundo impacto en
la productividad y la competitividad de las industrias y de las naciones, así
como en el empleo. Nuevos paradigmas se están generando en el desarrollo
industrial, al corazón de los cuales se haya las tecnologías digitales.
Esencialmente, estas tecnologías están dotando a los
procesos industriales de la capacidad de analizar datos, tomar decisiones y
ejecutarlas eficientemente sin errores, a costos que serán muy inferiores a los actuales.
Efectivamente, los costos de estas tecnologías, que en algunos casos hoy son
caros, bajarán siguiendo el mismo patrón de los computadores, que hoy entregan
por US$400 la capacidad de procesamiento que el año 1975 costaba US$5 millones.
Las potencias industriales que hoy exhiben como principal
ventaja competitiva el costo de la mano de obra ya están trabajando en cómo
adaptarse a los nuevos tiempos. Especialmente Corea del Sur y China están
apostando fuerte a la llamada “Economía del Conocimiento”. Pero también están
siguiendo su ejemplo países mono productores de recursos naturales como Qatar,
conscientes de que se están creando tecnologías alternativas y renovables que
pueden dejar obsoleto el producto que hoy venden. Al respecto, Chile haría bien
en al menos comenzar a evaluar si todo esto le afecta y cómo y generar un Plan
estratégico al respecto. No podemos seguir viviendo de espaldas al siglo 21
solo porque los paradigmas del siglo 20 siguen funcionándonos bien.
Alfredo Barriga