Habiendo ya transcurrido 4 años desde que se hizo la última
campaña presidencial, donde el tema de la Agenda Digital fue, por primera vez
en nuestra historia, un tema relevante para el candidato que luego fue
presidente, es momento de hacer Balance.
El relato de Sebastián Piñera fue, y sigue siendo, de que
Chile llegó tarde a la revolución industrial y por eso quedó entre los países
en vías de desarrollo, razón por la cual no podía llegar tarde a la revolución
digital. Para ello preparamos un programa que se lanzó ante la industria TIC en
agosto de 2009. La mayoría de las medidas anunciadas en dicho programa se
pusieron en marcha. Pocas se han concluido, porque devinieron en un mayor
esfuerzo del que se pensó inicialmente (y asumo la responsabilidad en ello,
como experto de confianza del candidato). Muchas que no estaban se generaron
con posterioridad, y varias de ellas se ejecutaron hasta su término. Se avanzó
mucho, pero no alcanzó para ser una revolución digital.
En la suma quedan el proyecto Chileatiende, que cambió el
paradigma de atención del Estado al ciudadano; la consolidación de la plataforma
de interoperabilidad del Estado, que tenía 7 instituciones en marzo de 2010 y
terminará con casi medio centenar; la ley de neutralidad en la Red, convirtiéndonos
en el primer país en el mundo en tenerla; la primera licitación del espectro
4G; los más de 1.300 pueblos con Internet; el incremento en la penetración de
banda ancha fija en los hogares desde un 25% a un 40% (50% si se suma Banda
ancha móvil); la licencia médica electrónica; la nueva institucionalidad de la
estrategia digital unida a la Subtel (aunque con gusto a poco); la incorporación
del nuevo paradigma de la Khan Academy en 1.000 colegios municipales, y la
empresa en un día, que es un primer paso para la institucionalización del uso
de la firma electrónica. En veremos quedan la ley de teletrabajo, la supresión
del impuesto a la importación de software, la publicación en medios digitales
de hechos que hoy se deben publicar en el Diario Oficial, el proyecto de ley de
datos personales, y la obligatoriedad en el uso de la factura electrónica. Todos
ellos, enviados al congreso y “siguiendo su curso”. Considerando lo poco que
los honorables entienden o se entusiasman con las TIC, va para rato – y ojalá
me equivoque. Pero el gobierno cumplió con su parte.
En la resta quedaron fuera los dos proyectos verdaderamente
impactantes del programa: el subsidio a la demanda en banda ancha y el subsidio
a la compra de un computador, ambos para los segmentos menos favorecidos del país,
que estaban – y siguen – fuera del mundo digital. La razón que se dio estuvo en
el terremoto y en el perfeccionamiento del mercado como condición previa para entregar
subsidios, considerando los costos de la banda ancha en Chile. Me alegro por ello de que tanto en la
Estrategia Digital 2020 como en el programa de Evelyn Matthei se ponga una meta de penetración de banda ancha del 80% de los hogares para el año
2020. Lo echo en falta en el Programa de Michelle Bachelet.
Pienso que “el proyecto” que cambiará a Chile es el de banda
ancha para todos los hogares y empresas, con subsidio a la demanda. Los chilenos
han demostrado ser buenos usuarios de Internet, cuando en Internet hay cosas
que interesan de verdad a los chilenos. La tasa de penetración de Facebook (más
del 100% de los usuarios de Internet… en apenas 5 años) es una muestra de ello.
El tener al 96% de la población bancarizada usando banca electrónica es una muestra
de ello. El que un 93% de los contribuyentes paguen sus impuestos a la renta vía
Internet es una muestra de ello. Si nos centramos solo en sacar adelante ese
proyecto cuanto antes, volcando todas las energías al mismo, el resto vendrá
por añadidura. La economía en Internet está creciendo a tasas de dos dígitos, y
si todos están conectados estaremos incorporándonos realmente a dicha economía.
Los beneficios de usar Internet quedarán exponencialmente expuestos.
Hoy nadie objeta el costo de tener un celular. El acceso a Internet
a través de smartphones – que de aquí a 5 años serán el 90% de los equipos – hace
el costo de dicho acceso marginal, y los beneficios muy superiores a los de solo el servicio de
voz. En este proyecto pienso que debería haber un esfuerzo público-privado. Las
TELCO deberían armar planes de $5.000, con limitaciones en cuanto a tráfico, y vendidos
a costo. La evidencia empírica muestra que a poco andar la mayoría de los
usuarios de esos planes básicos se pasa a planes de mayor valor agregado y
rentabilidad. Se podría añadir además a esos planes a costo un "churn" de dos años como requisito.
La revolución digital aún es posible, y requiere solo de un
buen proyecto en el cual de verdad pongamos todas las fichas y no solo marketing.
Alfredo Barriga