De aquí al año 2020 la Economía Digital va a irrumpir con
especial fuerza en el mundo entero, generando oportunidades de trabajo y
emprendimiento como no se había visto en mucho tiempo[1].
Los puestos de trabajo necesitarán habilidades y competencias distintas, y el
sistema educacional va a cambiar radicalmente para atender esta nueva
necesidad. La incorporación de plataformas digitales en la energía, el
transporte, la educación y la salud van a ser especialmente importantes. El término
de moda va a ser “smart” (inteligente). Ciudades inteligentes, salud inteligente, transporte
inteligente, energía inteligente, minería inteligente, agricultura inteligente…
país inteligente. Esa es la estrategia digital de, por ejemplo, Corea del Sur.
Chile tiene de verdad una oportunidad histórica de subirse a
esta nueva era y pasar a estar entre los países de avanzada. No van a ser las
actividades tradicionales las que van a dar a nuestro país el sello de “desarrollado”
que tanto anhela, y de hacerlo, no será para el año 2020. Una Estrategia
Digital de país que tenga en cuenta las meta-tendencias que ya están ocurriendo
en el mundo es el camino más corto hacia el desarrollo. Será lamentable que
dejemos escapar esta oportunidad. Como dijo el Presidente Piñera en su discurso
de campaña, la Sociedad del Conocimiento no tendrá paciencia con los países que
la ignoren y entregará enormes oportunidades a los países que la abracen.
Para aprovechar esas enormes oportunidades, en la Estrategia
Digital debe estar en primerísimo lugar el
acceso universal a la Banda Ancha en
todos los hogares de Chile. En segundo lugar, deberá entregar una visión de educación para el siglo 21,
donde las competencias y habilidades más necesarias serán alrededor de las
tecnologías de la información y la generación de conocimiento. Mucho está
sucediendo, y muy rápido, respecto de nuevos paradigmas en la educación, como
he comentado en varios posts.
En tercer lugar, deberá haber una propuesta
para el código del trabajo, que va a quedar anacrónico con las nuevas
modalidades de trabajo que se vienen. Cada vez van a haber más “profesionales
de portfolio” o empleo 2.0[2],
y están completamente vulnerables frente a sus empleadores con el actual marco
jurídico. En cuarto lugar, el marco jurídico
de Chile tendrá que adaptarse a una nueva realidad económica que no conoce
de fronteras físicas ni de nacionalidad, en un mundo verdaderamente globalizado
y basado en bienes intangibles generados por el talento de las personas. El actual
marco jurídico del país fue hecho considerando una nación con fronteras, industrial,
agraria, y de servicios tangibles. Y en quinto lugar, el foco del Estado también va a cambiar debido a todos estos
cambios que se avecinan, y es necesaria una
institucionalidad acorde a esta nueva realidad. Fondos y programas que
fueron creados para una economía tangible deberán reconvertirse para una economía
intangible, que es la que va a crecer y a la que hay que apostar. Como
organización, el Estado es la más anacrónica
de Chile, operando aún bajo paradigmas del siglo 19. La “mentalidad de silos”
no ha cambiado, y ello hace del Estado una organización ineficiente, costosa y
torpe para cumplir su misión. Es necesario crear
una mayor transversalidad operacional, para lo cual el experimento de Chile
Atiende es un muy buen referente.
La Estrategia Digital del país debe ser, como lo indica el término,
estratégica. Y muy, muy audaz, porque los próximos 8 años van a ser cruciales, las
apuestas son altas y las cosas van a cambiar muy rápido. Nos jugamos seguir
dentro de los países que avanzan o quedar fuera. Me sentiría decepcionado si de
esta estrategia saliera un Chile 2.1, cuando lo que necesitamos es un Chile 3.0
Alfredo
Barriga
Consultor en
estrategia digital