Es ya un hecho empíricamente demostrado que la buena
información permite la toma de mejores decisiones, y eso se aplica tanto en el
sector privado como público. El nuevo paradigma del “Big Data” permite nuevos
horizontes al respecto, y va a generar una brecha entre empresas y países donde
sean capaces de generar, procesar y analizar Big Data de los que no sean
capaces de hacerlo, porque la inteligencia de negocios que es posible gracias
al Big Data es de órdenes de magnitud mejores de lo que hemos visto hasta
ahora.
La capacidad de creación de datos que entrega Internet ya ha
superado los “números que tienen sentido”, duplicándose cada 40 meses desde los
años 80. Según datos de 2012, cada día
se crean 2,5 x 1018 bytes de datos, equivalentes a 31,25 mil
billones de caracteres. En la medida en que más dispositivos electrónicos se incorporan
a Internet, estas cifras no harán más que crecer. Los datos ya son de tal tamaño
y variedad que no pueden ser manipulados con los motores de bases de datos que
hoy existen.
Sin embargo, hay
datos que están más al alcance y que, sin llegar a las dimensiones del Big
Data, entregarían una información espectacular para, por ejemplo, políticas
públicas y análisis económico.
Un campo donde definitivamente hay mucho de eso es en el
sector salud. La recién elaborada Agenda Digital de Salud 2020 apunta entre sus
ejes fundamentales hacia la captación correcta de datos, que hoy está muy
fragmentada, en muchos casos es inexacta y en otros ni existe. Y sin embargo, llevando
una buena recolección y clasificación de todas las prestaciones de salud que se
dan a través de FONASA se podría dar un salto enorme en la gestión de salud. Las
estadísticas que hoy se elaboran son insuficientes. Si en vez de grandes
categorías de prestaciones tabularan por cada código de arancel de FONASA, la riqueza
de la información cambiaría radicalmente. Si además se incorporase a esta “Big
Data” la trazabilidad de procesos médicos vía herramientas de workflow o BPM, estaríamos
definitivamente ante una cantidad y calidad de información que permitiría una
verdadera revolución en la salud pública, además de una mejora sustancial en la
eficiencia en el uso de recursos financieros del Estado en esta delicada
materia. Apoyar todos los proyectos de la Agenda Digital de Salud 2020 es por
ello clave si se quiere realmente mejorar.
Otra fuente enorme de datos, esta vez como insumo de
políticas públicas económicas está en el SII. Aquí sin embargo no hay una
agenda de desarrollo de Big Data, porque está enfocada a la recaudación. Sin
embargo, la base de datos del SII tiene el RUT de todos los contribuyentes,
tanto personas físicas como jurídicas. Además, cada RUT tiene asignado un Código
Nacional de Actividad Económica (CNAE). El SII podría producir datos en bruto
de inestimable valor, cambiando levemente la estructura de los formularios de
renta tanto de las empresas como de las personas, que están orientando a la
recaudación de impuestos, y podría servir para la generación de datos de
actividad económica del país, que podría dar información, por ejemplo, de la evolución
en el endeudamiento de las empresas por tamaño y CNAE. Introduciendo la factura
electrónica obligatoria, la data da un salto cuántico en calidad de
información. Cada vez que alguien factura a alguien, el SII sabe el CNAE del emisor
y el receptor. Con ello podría generar el PIB de cada sector de la actividad
del país, e incluso mejor, sacar cuentas nacionales por cluster de actividad.
Me explico: de todos es conocido que la actividad minera es
crucial en nuestra economía. Pero no tenemos datos para saber realmente qué tan
crucial es. ¿Qué porcentaje de la actividad de los Bancos por ejemplo va a
parar a la Minería? ¿Cuántos otros servicios, de qué tipo y por qué importe se
entregan hacia este sector? Se podrían confeccionar “mapas de CNAE” donde se
viese gráficamente cuales sectores de la actividad económica “alimentan” y “dependen”
de otros sectores de la actividad económica. Con estos datos, se podrían
realizar políticas públicas económicas enfocadas a “clusters” basados en información
fidedigna y traceable.
Son solo dos pinceladas del enorme potencial que encierra el
“Big Data” (que no sería tampoco tan “big”) en la entrega de información para
la generación de políticas públicas enfocadas a un país más competitivo, con
mayor riqueza y más justicia en su reparto.
Alfredo Barriga