El 6 de agosto pasado se cumplieron 20 años desde que se publicó el primer sitio Web, diseñado por el creador del World Wide Web (WWW), Tim Berners-Lee. Tim pasará a la historia como uno de los grandes benefactores de la humanidad, por habernos regalado la herramienta de transformación más grande de la historia.
Si hace 20 años atrás hubiéramos dicho a alguien que podríamos tener acceso a información ilimitada, que podríamos ver videos en el teléfono móvil, que podríamos acceder a contenidos de los cursos de las Universidades más prestigiosas, que podríamos generar ingresos trabajando desde nuestra casa para gente a la que no conocemos, que podríamos comunicarnos vía videoconferencia, que podríamos recibir educación sin ir a un establecimiento, que podríamos hacer trámites del Estado sin ir a una oficina y pagar impuestos sin movernos de la casa, no nos habrían creído, o nos habrían dicho algo como “si, en el Siglo XXV”. Y si además le hubiéramos dicho que todo eso sería gratis, nos habrían tratado de locos. ¿Dónde puede inventarse un modelo económico que permita eso? ¡Es imposible! Y si embargo, eso es exactamente lo que ha ocurrido.
Hoy el acceso a la WWW es considerado “derecho humano fundamental” por la ONU. En los últimos 7 años se han incorporado 1.800 millones de personas para llegar a más de 2.000 millones, y el reto está en cómo darle acceso a los 5 mil millones restantes. Se han creado de la nada y en tiempo récord emprendimientos valorados en decenas de miles de millones de dólares en la bolsa, demostrando que el conocimiento sí es un recurso económico más importante que el capital, y que la Sociedad del Conocimiento no es una entelequia sino una realidad.
De cómo cada persona y cada país utilicen esta inagotable fuente de valor dependerá el futuro de cada persona y de cada país. El modelo de desarrollo focalizado en aquéllos recursos naturales en los que somos mundialmente competitivos, después de tantos años – suficientes - no nos ha llevado al desarrollo. No podemos llegar tarde a la revolución digital que ha traído Internet, y nos estamos quedando atrás. No es un tema solo de Gobierno, sino de la Sociedad en su conjunto. Si no forma parte de la Agenda de las empresas, de la Academia, de los Think Tanks, de los Partidos Políticos, de los parlamentarios, de las ONG, de los estudiantes, de los profesores, de los profesionales, no avanzaremos a la velocidad necesaria y volveremos a quedar al margen de los países desarrollados.
La Economia en Internet crece a dos dígitos año tras año desde que se inventó. Su PIB ya superó a Canadá. Sin embargo, seguimos enfocados en la economía fuera de Internet. El comercio electrónico se empina por los 8 trillones de dólares al año, sin embargo en Chile las ventas de retail en Internet no supera el 1% del total. Por cada puesto que destruye la nueva economía se crean 2,6 puestos nuevos de mejor nivel de remuneración, sin embargo seguimos formando profesionales que, cuando salen de la carrera, no tienen idea de cómo usar rentablemente Internet. Nuestra economía se está quedando en el pasado, y no nos damos cuenta porque a pesar de ello, va bien. Sólo somos conscientes que distribuye mal el ingreso, pero no vemos el rol igualador y meritocrático que trae inherentemente la Economía en Internet.
Necesitamos aprehender urgentemente nuestra percepción de la Sociedad del Conocimiento, el uso de Internet y la incorporación de TIC como herramienta de desarrollo del país, o quedaremos fuera de, quizá, la última oportunidad de ser un país desarrollado.
Alfredo Barriga