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domingo, 2 de marzo de 2014

Cómo cambiarán las tecnologías disruptivas a la Economía, la Sociedad y el Estado

En julio del 2013 publiqué un breve artículo sobre el informe de Mc Kinsey Global Institute "Disruptive technologies: Advances that will transform life, business, and the global economy", donde además de enumerar las tecnologías disruptivas calculé que el impacto económico sería de entre 1 y 2 veces el actual PIB de Estados Unidos, y señalé algunos pocos ejemplos. Me faltó mucho más que comentar, y pasados estos meses - donde, una vez más veo como esas predicciones se van cumpliendo a un ritmo incluso mayor que el previsto - quisiera traer a colación los efectos que estas tecnologías van a traer sobre la economía y sobre la Sociedad. Efectos que muestran con mayor fuerza cómo estamos saliendo de la Sociedad Industrial y estamos entrando de lleno en la Sociedad del Conocimiento. Efectos que muestran donde están las oportunidades y los desafíos de economías como la chilena, fuertemente ligada a la explotación de recursos naturales.

El PIB ya no mide la riqueza

Una de las consecuencias más importantes de la irrupción de las nuevas tecnologías disruptivas tiene que ver con la medición del Producto Interior Bruto (que expresa el valor monetario de la producción de bienes y servicios de demanda final de un país (o una región) durante un período determinado de tiempo (normalmente un año). El cálculo del PIB se hace a partir de la valoración de todos los productos y servicios que produce una economía en un año. El PIB no contabiliza por lo tanto el llamado excedente del consumidor (que se define como la ganancia monetaria obtenida por consumidores toda vez que pueden comprar un producto en un precio definido por el Mercado que es menor que el precio más alto que están dispuestos a pagar). Nunca antes en la historia había ocurrido que dicho excedente fuera del 100% sobre el precio del mercado debido a que el precio de mercado es cero. Y eso es lo que está trayendo la Economía en Internet. 

Por ejemplo, tomemos el caso Kodak, que recientemente quebró. La valoración de lo que Kodak producía (rollos de película para fotos) fue desmaterializado por las cámaras digitales. El valor de dicha producción (que entraba en el PIB) ya no aparece, puesto que las fotos no quedan en el film, sino en dispositivos digitales. Para entender las implicaciones de este fenómeno, imaginemos que en un país solo se consume fotografía. Su PIB medido con los medios tradicionales desaparecería (no hay rollos de película), y sin embargo, las fotografías siguen existiendo (de hecho, la evidencia empírica muestra que han aumentado exponencialmente, debido a que el costo del material sobre el cual va la foto tiene un costo marginal ínfimo, aumentando la demanda). ¿Pero, desapareció el PIB?



Veamos el caso de los smartphones. Recientemente recibí la imagen de al lado, donde se ve un anuncio de Radio Schack del año 1991 (¡no hace tanto!) En la imagen se dice que todos los artículos allí anunciados hoy están gratis en un smartphone... pero eso no es todo.


Añado que además hay otros productos gratis que hasta ahora había que comprar aparte y que ni siquiera se vendían en 1991(como un GPS), y otros que no son del catálogo de Radio Shack y que están igualmente gratis en el smartphone  (como una consola de juegos). Y por último, añado el acceso a un sinfín de contenidos gratis por los que antes había que pagar (revistas, prensa, películas, libros, cursos de formación...)


Antes de que existiera el iPhone (o sea, hace escasamente 7 años), todos esos productos y servicios tenían que ser manufacturados, y por lo tanto tenían un precio que se contabilizaba en el PIB. Ahora no tienen dicho precio. Lo único que se contabiliza en el PIB es el precio del smartphone y el precio mensual de plan de telefonía móvil. ¿Se "destruyó" PIB? Contablemente puede que sí, pero funcionalmente, no. Los bienes y servicios siguen existiendo, incluso con mayor valor agregado que antes. Los productores de esos bienes y servicios de sustitución cobran por ellos, directamente o indirectamente (vía publicidad en el caso de muchas aplicaciones y la mayoría de los contenidos a los que se accede desde el smartphone). La diferencia se traspasó 100% como excedente del consumidor, que no se mide en el PIB. 

Por supuesto, la pregunta del millón es qué pasa con ese valor. ¿Puede una economía sostenerse sin cobrar nada por sus servicios y productos? La respuesta es obviamente que no. ¿Donde está el valor entonces? Cambió de naturaleza y de lugar. En otro informe de Mc Kinsey (Internet matters: The Net's sweeping impact on growth, jobs, and prosperity) se muestra cómo la Economía de Internet es, desde hace muchos años, de lejos la más pujante del planeta, creciendo a dos dígitos año tras año, superando el PIB de Canada en apenas 20 años de existencia, y creando 2,6 puestos de trabajo por cada uno que destruye. El PIB medible está en la producción de servicios y productos de esa nueva economía, que es capaz de crear -paradójicamente - mayor riqueza con menos dinero, debido a la reducción exponencial de costos de producción y a la creación de un mercado global de 2 mil millones de consumidores al cual se tiene acceso inmediato. En definitiva, en Internet el PIB no mide la "calidad" de riqueza y bienestar creados por actividades económicas, puesto que con un PIB mucho más bajo se puede tener un bienestar mucho más alto, debido al costo de los factores, exponencialmente más bajos. 


En la medida en que la Economía en Internet en un país sea una proporción mayor de la economía total del país, se puede dar por lo tanto la paradoja de que el PIB decline y sin embargo las personas vivan mejor. 


Esto no es solo lo relacionado con Internet, como lo demuestra el informe de Mc Kinsey sobre las 12 tecnologías disruptivas. Por cierto, todas esas tecnologías tienen una cosa en común: la disrupción consiste en que su aplicación da un resultado exponencialmente más alto que en la actualidad, con un costo exponencialmente más bajo que en la actualidad. 


Ello supone que costos de salud, educación, energía, agricultura, minería, transporte, construcción, electrónica, servicios financieros, medios de comunicación, laboratorios, y una larga lista adicional, van a bajar sustancialmente, gracias a tecnologías como automatización de trabajos del conocimiento (una enorme cantidad de trabajo que hoy se hace por personas - incluso trabajos intelectuales - serán hechas por máquinas), Internet de las cosas (uso eficiente del agua y de la energía, salud remota), robótica avanzada (reducción de costos de manufactura, minas sin mineros, cirugía), vehículos autónomos (transportes sin conductores), genómica de siguiente generación (tratamiento de enfermedades, mejora en cosechas), materiales avanzados (nanomedicina, almacenamiento de energía, química mejorada) o energía renovable alternativa (generación distribuida de electricidad). La inteligencia artificial reemplazará trabajos de alto valor que hoy se contratan, y esas personas pasarán a desempeñar otras funciones. Recientemente, una empresa de inversiones de Hong Kong contrató como Director ¡a un algoritmo! Cuando les preguntaron por qué, dijeron que 
tomaba mejores decisiones de inversión que todo el Directorio junto. Eso implica que el reemplazo de funciones realizadas por personas, por parte de las máquinas no va a afectar solo a los trabajos rutinarios de personal poco cualificado, sino también a trabajos más ejecutivos: 




El trabajo dependiente es reemplazado por el trabajo independiente, y las actividades rutinarias se desagregan de los puestos de trabajo


La Sociedad Industrial creó de forma masiva el trabajo dependiente, porque el centro estaba en la fábrica, y para hacerla producir había que estar allí mientras estuviese funcionando. Para llevar a cabo las actividades propias de la empresa se necesitaba la coordinación de muchas personas con un rol específico, que eran contratadas bajo un criterio de presencia en el lugar de trabajo. 


En la medida en que las labores presenciales se puedan automatizar, no es necesaria la presencia de las personas en el lugar de trabajo. Las nuevas tecnologías, por otra parte, están trayendo consigo una súper especialización del trabajo, por lo cual son cada vez más las actividades que pueden ser realizadas por personal que no está "en plantilla", trabajando exclusivamente para una empresa. De hecho, el "sector" que más puestos de trabajo ha creado últimamente es el sector "autoempleo". Si se tomara como un sector aparte, es el que más trabajo crea en una economía como la chilena, como ilustraba en otro artículo. Doy fe con mi propio caso de que esta es una opción fascinante. 


La comentada automatización masiva de actividades productivas y administrativas, incluso de actividades de alta complejidad, van a cambiar la naturaleza del trabajo desde uno dependiente a uno independiente, con una gran creación de trabajo en actividades que hasta ahora no se hacían. ¡Los 10 trabajos más demandados en 2010 no existían en 2004!

En otro estudio de Mc Kinsey ("Help wanted: The future of work in advanced economies") se concluye en los mismos términos: las tecnologías están cambiando la naturaleza del trabajo. En la medida en que las empresas redefinen cómo y donde las diferentes actividades se llevan a cabo, requieren de nuevas habilidades y de nuevas relaciones empleador-empleado. A pesar de los altos índices de desempleo, los empleadores tienen dificultades para encontrar trabajadores con las competencias que se requieren en la actualidad. La globalización está permitiendo a dichas empresas acceso a talento a menores costos, pero también a una creciente necesidad por trabajadores más cualificados. Los trabajos menos cualificados están desapareciendo debido a la automatización. Los trabajos que se crean en el sector manufacturero tienen más que ver con investigación y desarrollo, diseño de producto, ingeniería, y marketing. Se están "desagregando" los puestos de trabajo, separando actividades rutinarias que no requieren alta cualificación, las cuales se automatizan o reasignan a trabajadores especializados (Pág. 3). 

Va a haber traspasos de gigantescos pozos de valor desde industrias tradicionales hacia industrias emergentes y como excedentes del consumidor

El caso de Kodak comentado arriba no es una excepción: en los últimos años varias industrias han sido víctimas de terremotos como el descrito, y en la medida en que estas nuevas tecnologías se desarrollen, más industrias tradicionales desaparecerán o deberán reinventarse. Esto es debido a que el valor que aportan las tecnologías crecen exponencialmente, mejorando su productividad debido a una mayor creación de valor a un costo radicalmente menor. 

Aparte de la industria de la fotografía, podemos citar los casos del sector de la prensa, la música, el cine, las telecomunicaciones, el turismo, el retail, las editoriales, o la banca. Y hacia un futuro no muy lejano, la educación, la salud, la minería, la biología, la química, la construcción, la energía, el transporte, los seguros, el Estado, y un largo etcétera. 

En todos los casos sucederá lo mismo: actividades que se hacían en la organización se automatizarán o se sacarán fuera de la misma, para ser realizados en otros países con menores costos. Los puestos de trabajo que se perdieron en la última crisis dentro de los países más desarrollados no se recuperarán: se fueron a países emergentes con mano de obra más barata. 

Las nuevas tecnologías están creando una nueva Sociedad con un nuevo papel para el Estado, la Academia y la Sociedad Civil 

Para administrar esta nueva "tecno-economía" será necesario contar con mucho talento, y muy especializado. No está claro que el actual sistema de educación superior tenga sentido en ese contexto. Por un lado, se va a requerir de personas formadas con nuevas habilidades y competencias continuamente, y de forma muy rápida. El sistema de acreditación de competencias en el cual se basa el actual modelo, orientado a certificar una malla de conocimientos por parte de un monopolio (la Universidad) y que acreditan que alguien es "agricultor", "ingeniero" o "arquitecto" dejará paso a una acreditación por cada competencia, que podrá o no ser hecho por una Universidad. De esa forma, las personas podrán generar una carrera personalizada a sus talentos y gustos, dando un salto enorme en el retorno sobre el talento, lo cual reforzará la mejora en la productividad comentada arriba. 

La noción de Estado-nación fue generada para un mundo cuya capa social y cohesión estaba fuertemente ligado alrededor de la territorialidad. Internet está destruyendo fronteras, no solo en lo que se refiere a actividades económicas, sino también sociales. Está emergiendo una conciencia de pertenencia global, aunque se manifieste virtualmente. Cada vez un mayor número de actividades quedan fuera de las fronteras de la Nación y del Estado, y por lo tanto, fuera del "contrato social" por el cual las personas transfieren soberanía al Estado. Eso plantea un enorme desafío hacia el verdadero rol del Estado a partir del siglo 21. 

La sociedad se está "aplanando" fuertemente. El acceso igualitario a información de todo tipo permite a la misma cuestionarlo todo, con argumentos de peso. Las nuevas tecnologías han acercado más a los gobernantes y los gobernados, pero paradójicamente ello le ha quitado poder a los gobernantes, que deben "bajar de su pedestal" para ponerse a la misma altura que los gobernados y ser objeto de un mayor escrutinio público. Se va a requerir de verdaderos líderes para la política en el futuro. Personas que sean capaces de inspirar y mover hacia objetivos compartidos por todos, muchos de los cuales los gobernados ni siquiera saben que necesitan. De lo contrario el tejido social, en la medida en que los gobernados tienen más poder, se puede resquebrajar y acabar en anarquía. Inspiradores en lo político al modo en que Steve Jobs lo fue en lo empresarial, soñando realidades para los consumidores que ni sabían que necesitaban, pero que una vez la tuvieron en sus manos, no podían vivir sin ella. Ese será el nuevo perfil del líder. Y de esos, hay pocos. 

Las políticas públicas deberán hacerse cargo de los nuevos desafíos. Así como en el Siglo 20 la prioridad fue el desarrollo industrial de las naciones, en el Siglo 21 va a ser el desarrollo y asignación eficiente del talento de las naciones. El "cobre" del siglo 21 es el conocimiento. Exactamente el punto que estoy trayendo a colación. 

La política misma va a sufrir un cambio. El tradicional eje derecha/izquierda tal y como ha existido durante todo el siglo 20 pierde sentido. Internet, por ejemplo, funciona con muchos de los valores tradicionalmente defendidos por la derecha (esfuerzo personal, emprendimiento, valor de la empresa privada) pero también hace realidad muchas aspiraciones de la izquierda (especialmente la de igualdad: dentro de la red todos somos iguales). Y el Estado, casi no existe... salvo para hacer trámites y cobrar impuestos Online

Los economistas - y los empleadores - tendrán que aprender a medir variables que hoy no se miden

La economía y la administración de empresas ha evolucionado muchísimo desde que comenzó la revolución industrial, pero esa evolución se ha estancado desde hace tiempo. En general se trabaja con variables medibles, y lo que está sucediendo con la irrupción del conocimiento como factor de producción y de productividad es que las variables medibles ya no explican totalmente los fenómenos macro y microeconómicos. La incorporación masiva de las nuevas tecnologías harán más patente que hay factores no medibles que son clave para la administración - sea de la economía o de la empresa.

"Ceteris paribus" como dicen los economistas, entre dos naciones o empresas con la misma infraestructura y stock de capital, será más competitiva la que tenga mayor creatividad. ¿Y cómo se mide la creatividad? ¿Cómo se mide el talento? 

Hace rato que los balances no reflejan el valor real de las empresas, especialmente de las más innovadoras. Dentro de un mismo sector, hay empresas con los mismos activos y pasivos que tienen un valor de mercado muy superior a sus competidores, gracias a su capacidad de innovación. Esa capacidad o "capital intelectual" es la parte más valiosa del valor de mercado de la empresa, pero no está en el Balance. 

Hay países emergentes cuyas economías han crecido más que países con más recursos, debido a su inversión en capital humano (que no forma parte de la "inversión bruta de capital"). En la medida en que el talento pase a ser "lo" relevante para el crecimiento económico y la creación de valor, será necesario incorporar la medición del mismo en los números, tanto en las empresas como en las cuentas macroeconómicas. No hacerlo va a llevar a la mala toma de decisiones, porque éstas se tomarán con variables que no explican la creación de valor

Desafíos para los países de América Latina

La Sociedad latinoamericana es fuertemente jerarquizada, por lo cual el "aplanamiento" descrito arriba le va a afectar muchísimo. Basa su economía fundamentalmente en los bienes tangibles, mientras que la creación de valor vendrá por el lado de los intangibles - destruyendo muchos puestos de trabajo que hoy están principalmente ligados a los bienes y servicios tangibles. No tiene una cultura de desarrollo y retención de talentos. En suma, están mal preparados para los desafíos del siglo 21. Lo que es peor, no es consciente de los desafíos del siglo 21. Sigue viviendo en el siglo 20, buscando "alcanzar el desarrollo" bajo los paradigmas de la Sociedad Industrial. Frente a los fenómenos de la economía digital, cree que solo está habiendo un cambio menor en las reglas del juego. Y lo que está cambiando es el juego mismo. 

Hay además un hecho histórico: todos los países de la región se crearon a comienzos del siglo 19, al alero de la revolución francesa y de la revolución industrial. Toda la región llegó tarde a la Revolución Industrial, y ningún país supo ni pudo transformarse en un país desarrollado. Países de Asia que estaban fuera, como Corea del Sur, lo consiguieron. Países de Europa que estaban fuera como España, lo consiguieron. Ninguna política pública ni económica le permitió entrar a ningún país de América Latina dentro del grupo de países desarrollados. 

Hay otro hecho histórico: nunca en la historia republicana de los países latinoamericanos les había tocado un cambio de era, como sí sucedió con los países europeos o los milenarios países asiáticos. Ahora es la primera vez. Ahora hay una segunda oportunidad de llegar al desarrollo. El pueblo latinoamericano ha sido históricamente muy ingenioso, y eso es un activo de cara al siglo 21. Pero si ese ingenio no se canaliza hacia el desarrollo de talento, volverá a perder el tren del progreso, como ha sucedido en los últimos 200 años.  

Alfredo Barriga
Publicado originalmente el 2 de marzo de 2014
Segunda Edición, el 22 de Enero de 2015

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