Recientemente fue lanzada la Estrategia Digital 2007-2012[1] por parte de la Presidenta Bachelet. Al mismo tiempo, la Cámara de Diputados está trabajando en un Proyecto de Acuerdo sobre la implementación de dicha Estrategia Digital. Ambos eventos y la forma en que se han dado dan muestra una vez más de que el tema interesa, pero no es parte del ADN de la Agenda de Estado.
La Estrategia Digital es un documento en el cual todos los que estamos detrás de darle a las Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC) la relevancia que debería tener estamos de acuerdo. El tema es que ya hace tiempo que estamos de acuerdo en que estamos de acuerdo. Pero todavía falta la voluntad política para tomar el tema realmente en serio.
Primer asunto: si las TIC tienen la importancia que tienen, y estamos de acuerdo en ello, ¿a qué esperar en armar una institucionalización de verdad alrededor de la Estrategia Digital? Llevamos años con un “semi-CIO”, quien se supone que en horas libres (ya que el puesto ha recaído invariablemente en alguien que, si bien conoce del tema, no está para eso en el Gobierno) va a sacar adelante algo de tal magnitud. Es, para quienes conocen la industria, como pedirle a un gerente de informática que ponga en marcha un ERP World Class en sus horas libres.
Segundo tema: Chile está en cuarto lugar mundial en e-government. Y es para que nos alegremos sinceramente todos. Pero más feliz estaríamos si ocupáramos ese mismo ranking en uso de TIC en Gobierno. Porque lo que hay detrás es mucho más profundo que las buenas aplicaciones que mostramos a todo el mundo.
El Estado tiene como misión el ordenamiento que nos damos como Sociedad. Y detrás de eso, hay información. También tiene un rol subsidiario. Y detrás de eso hay información. También tiene un rol de recaudación y redistribución de la renta. Y detrás de eso hay información. Y tiene que implementar políticas públicas. Y detrás de eso hay información. Junto con toda esa información, hay procesos. Y tanto la información como los procesos se manejan sobre Tecnologías de la Información y Comunicaciones. De donde se sigue que las TIC son la “planta ensambladora” donde el Estado genera su producto.
En esa planta ensambladora, ¿Cuánto se está gastando al año? No hay cifras, pero por el peso que tiene el sector público en el uso de TIC, y de acuerdo a las cifras publicadas por la ACTI, no sería aventurado decir que alrededor de 500 millones de dólares al año. ¡Cada año! Con ese dinero, deberíamos tener el mejor sistema gubernamental del mundo, con el mejor estado del arte, y con un Gobierno que tendría a mano toda la información para hacer una buena gestión en cada una de las reparticiones públicas tanto como a nivel global.
La Agenda Digital para materializar una Estrategia Digital debería por ello, según nuestra opinión, centrarse en tres temas esencialmente: institucionalizar las TIC dentro del Estado, optimizar el uso de TIC al interior del Estado, y permeabilizar a la Sociedad en el uso de TIC mediante la interacción entre el Estado y la misma Sociedad.
Los países a los que les ha ido bien en esto – mejor que a Chile – tienen una institucionalidad. Bien sea a nivel de Ministerio, Subdirección o Dirección General con rango de Ministro. ¡Pero que sea ya! Actualmente el tema descansa en una Comisión de Ministros con un Secretario Ejecutivo, que –dada la naturaleza de la estructura creada - tiene más de secretario que de ejecutivo. El tema de la institucionalidad es uno de los que se van a discutir en la comisión que va a implantar la Estrategia. Pero es algo de lo que se ha estado hablando desde antes de la anterior Agenda Digital (2004). Y es muy simple: lo que le ha faltado a todas las Agendas digitales y estrategias digitales desde la primera versión - la del Gobierno de Frei Ruiz Tagle - es “alguien que corte el queque”, en buen chileno. Que dé rumbo, coordine, entregue y haga cumplir criterios, audite la implementación de los proyectos. Un líder.
Con eso, se puede cumplir con el segundo foco: que haya una optimización de proyectos y recursos. Que todo dato que capture el Estado entre por un único lugar (el que está más afín al dato) y queda a disposición de toda repartición que lo necesite. ¡Lo básico de una administración eficiente de información! Que todos los procesos de la maquinaria estatal estén explicitados con un workflow, de forma que sea más fácil a la contraloría hacer su pega. Que se tenga una macrovisión de todos los datos agregados que se pueden recoger a través del Estado para hacer políticas públicas basadas en datos duros más que en hipótesis o lugares comunes. Un Estado, para ser bien llevado, no se diferencia mucho en ese sentido de una empresa; necesita información para tomar decisiones basadas en hechos. Y el caso es que nuestro Estado la tiene, pero no la usa porque no la genera.
¿Y respecto al tercer tema? El Estado está pasando por un buen momento económico. No se trata de tirar la casa por la ventana. Pero es que las TIC tienen la particularidad de que no son caras y pueden hacer un país distinto en poco tiempo. Aunque estos proyectos no corten cintas, ni salgan en la Televisión, ni tal vez traigan votos. El impacto puede ser tremendo. Con 30 millones de dólares y la masificación de la huella digital se puede cambiar radicalmente, en 4 años, aspectos de nuestra vida cotidiana que supondrían mejorar en calidad de vida y en seguridad ciudadana. Podríamos darnos el lujo hoy de tener un computador por cada dos o tres alumnos, y habilitar las aulas tecnológicas para que esos mismos alumnos enseñen a sus padres. Y suma y sigue… El caso es que muchas de estas iniciativas las tomaron o las están tomando países que nos han pasado en los últimos años en productividad y competitividad. El caso es que tenemos el dinero para hacer lo mismo. ¿A qué esperar?
Los empresarios y los gobiernos se pueden enjuiciar, más que por sus palabras, por sus Balances: donde ponen el dinero. Eso refleja realmente en qué es lo que creen. Y la verdad es que, a pesar de la encomiable labor que mucha gente anónima y apasionada por las TIC ha hecho en Chile – y gracias a ellos, no a las Agendas, hoy Chile ocupa el lugar que ocupa en materia de e-gobierno y uso de TIC: que nadie se llame a engaño – a pesar de ello persiste, mediante el simple expediente de mirar a donde va el dinero, la sensación de que Chile no ha entendido aún el verdadero valor de las TIC en lo que nos estamos jugando hacia el futuro. Peor aún: demuestra que no entendemos de qué va el futuro, y nos seguimos aferrando a un modelo de sociedad que ha sido exitoso en los pasados 30 años, solo porque ha sido exitoso en los pasados 30 años, sin mirar alrededor y ver lo que está pasando ahora, y que nos va a afectar mañana.
Alfredo Barriga
[1] http://www.estrategiadigital.gob.cl/
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